quien poseía un enorme poder sobre Castillo Armas era, en efecto, su querida, Marta Borrero Parra, apodada Miss Guatemala, una mujercita joven y muy bella que, al parecer, tenía hechizado al Presidente. Éste le había puesto una casa y, decían, le consultaba sobre todo, incluso los asuntos de gobierno. De modo que Abbes García procuraría conocerla p

Lo malo, lo insospechado por Jacobo Árbenz, fueron las tomas de tierras, las invasiones de fincas y terrenos, sobre todo de propiedades que la ley excluía porque estaban bien trabajadas por sus propietarios. La prensa, casi toda de oposición, en especial La Hora y El Imparcial, denunciaba estas invasiones de manera escandalosa, exagerando las viole

Como el Presidente Eisenhower había tenido un infarto y estaba en el hospital, fue el Vicepresidente Richard Nixon quien recibió a Castillo Armas y a su esposa en el aeropuerto de Washington, rodeado de dignatarios del gobierno norteamericano. El mandatario guatemalteco había sido homenajeado con los veintiún cañonazos de rigor y un concurrido desf

Estaba angustiado con estas últimas novedades cuando la CIA, a través del coronel Brodfrost, vino a levantarle el ánimo: la invasión cruzaría la frontera guatemalteca y desataría las acciones militares contra Árbenz al amanecer del próximo 18 de junio de 1954.