Mi padre insistía en la importancia, no únicamente de satisfacer al cliente, sino de sorprenderlo en grande.

Me viene a la mente una frase de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez: «El mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre, y para nombrarlas había que señalarlas con el dedo». Más allá de que Barranquilla fuera efectivamente una ciudad que apenas empezaba a abrirse al desarrollo, relaciono esa frase con lo que pasaba entonces

En esos días, en Barranquilla se empezó a acuñar un nuevo término: «viverear», que era, palabras más palabras menos, ir al Vivero a ver qué había, a pasar el rato, a entretenerse en una ciudad todavía joven donde escaseaban aún los espacios públicos para compartir y divertirse en familia. No existían los centros comerciales, que se han vuelto tan h

El slogan del Comisariato Vivero tiene su propia historia, una anécdota que escuché varias veces y nunca ha dejado de maravillarme. Mi padre asistía con frecuencia a las reuniones de los intelectuales de la época en el emblemático bar La Cueva. Estando un día en compañía de sus escritores amigos Álvaro Cepeda Samudio y Plinio Apuleyo Mendoza, les c

A los pobres les toca comprar barato, decía, pero a los ricos les encanta hacerlo.

Como decía mi padre: «No hay nada que un equipo profesional, honesto y comprometido no pueda lograr.» Don Alber, mi padre, probó que todo se hace más fácil y mejor cuando la felicidad es estrategia, eje y propósito fundamental del proyecto empresarial. Para mi padre no es el éxito el que trae la felicidad, sino que la felicidad es la que atrae al é

A mis extraordinarios hijos, Sophie, Sari y Beto, por darle sentido a mi existencia, y por demostrarme que los valores y la ética sí son transferibles de una generación a otra.

Lo bonito de esa historia es que nuestro rol como competidores no consiguió distanciarnos, como sucede con frecuencia. Por el contrario, Sammy y yo hemos conservado la amistad y el intercambio de ideas que nos ha caracterizado. Creo que esto fue la piedra angular para que, más tarde, cuando a Vivero le llegó el momento de vender y de elegir entre d

«El Vivero» nació y creció a partir de un sitio pequeño de venta de descuento que buscaba la rotación más que las grandes ganancias. Pronto, sobresalió por la originalidad de sus productos, su servicio digno y el amor de sus empleados por el negocio.